Una Vida en Respuesta a la Misericordia de Dios

Esto que vivo hoy, quizá es similar a lo que algunos de ustedes pueden estar pasando. Al comenzar un Año Nuevo, muchas veces nos sentimos motivados a hacer cambios, o enfrentamos incertidumbre. Algunos, por qué no decirlo, también pueden experimentar tristeza y ansiedad.
El mensaje de hoy tiene el propósito de centrarnos y prepararnos, no solo para un nuevo año, sino para responder a lo que Dios ha hecho por nosotros y valorar nuestra relación con él.
Vamos a Romanos capítulo doce y leamos los versos uno y dos: “Por tanto, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es el culto racional de ustedes. Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto”.
Este pasaje nos enseña cómo responder a la gracia y misericordia de Dios en tres maneras principales.
1. Respondamos con sacrificio de adoración. La adoración no consiste solo en postrarnos físicamente ante Dios. Es un corazón rendido a él, que reconoce Su grandeza, santidad y amor. La adoración es una respuesta de asombro, humildad, agradecimiento, entrega total y disposición a servirlo por lo que él es y lo que ha hecho por nosotros.
Pablo dice: “Por tanto, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios…”. Ese “por tanto” conecta con los 11 capítulos anteriores de Romanos, donde Pablo explica la obra de salvación de Dios: salvar a pecadores excluidos de Su gloria, por fe y gracia en Jesús. Al reflexionar sobre esto, Pablo concluye en Romanos 11:33-36: “¡Oh, profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son Sus juicios e inescrutables Sus caminos!… Porque de él, por él y para él son todas las cosas. A él sea la gloria para siempre. Amén”.
Si piensas en tus pecados, fallas y descuidos, notarás que Dios tuvo misericordia de ti. Piensa cuántas veces te libró o te sacó adelante en momentos de dificultad. Todo lo que tenemos es gracias a Su fidelidad en Cristo. No lo merecíamos, pero él nos salvó y ahora estamos seguros en Su amor.
Pablo nos llama a responder presentando nuestros cuerpos como “sacrificio vivo y santo”. Este sacrificio no es como los de los paganos, que ofrecían víctimas muertas. Es un sacrificio vivo, una entrega diaria a Dios. Esto implica negarnos a nosotros mismos, morir a nuestro “yo” y vivir para él. Solo aquellos vivificados por el Espíritu Santo pueden responder así. Es un sacrificio santo porque surge de Su obra en nosotros, y es agradable a Dios porque se fundamenta en el sacrificio de Jesús.
Cuando renunciamos a nosotros mismos, postramos nuestro corazón ante Dios en adoración. Reconocemos que él es digno de todo lo que somos. ¿Fue así como respondiste a Su bondad este año? Si no, hoy es el momento de comenzar.
2. Respondamos con un compromiso con la santidad. El verso 2 dice: “Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto”.
La palabra “mundo” se refiere a las filosofías, modas y valores que excluyen a Dios. En Gálatas, Pablo lo llama “el presente siglo malo”. Este sistema va contra los valores de Dios y nos arriesgamos a adaptarnos a él, como una masa que toma la forma del molde en que se pone.
Muchos cristianos se conforman al mundo: hablan, actúan y buscan lo que el mundo ofrece. Pero eso no debe ser así. En Cristo hemos sido liberados de este siglo malo. Ahora tenemos una lucha interna entre hacer la voluntad de Dios o dejarnos seducir por el mundo. Sin embargo, gracias al Espíritu Santo, podemos vencer.
Pedro lo expresa así en 1 Pedro 1:14-15: “Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir”.
Un cristiano verdadero no se conforma al mundo, sino que busca identificar y cambiar las áreas donde ha caído en descuido, rebeldía o ignorancia. Esto requiere compromiso y acción.
3. Respondamos con una renovación continua de la mente. La renovación de nuestra mente es el proceso por el cual alineamos nuestro pensamiento con la verdad de Dios. Esto no ocurre automáticamente; requiere disciplina y meditación en Su Palabra.
El salmista dijo: “En mi corazón he atesorado tu palabra, para no pecar contra ti” (Salmo 119:11). Nuestra mente es bombardeada constantemente por filosofías y valores contrarios a Dios. Sin una renovación diaria, seremos vulnerables a conformarnos al mundo.
Pablo nos dice que debemos renovarnos “para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto”. Esto implica discernir lo que él desea para nuestras vidas. Al renovar nuestra mente, comenzamos a entender Su voluntad y a vivir de manera que lo glorifique.
Hoy hemos considerado tres formas de responder a la misericordia de Dios: con sacrificio de adoración, compromiso con la santidad y renovación continua de la mente. Estas respuestas no son opcionales; son el resultado natural de comprender y experimentar Su bondad.
En este nuevo año, te animo a evaluar cómo has respondido a Su misericordia y a comprometerte a vivir una vida que lo honre. Como dice Pablo: “A él sea la gloria para siempre”. Amén.
Por: Jorge Meléndez