¡Vaya revuelo ha causado la gigantesca bandera que ondea en la Plaza Principal! En redes sociales y charlas de café, la mexicanidad se desborda: que si es un orgullo, que si parece sacada de un set de película épica. Hasta propuestas locochonas han surgido, como izar banderotas en el Reloj Público, el Mercado Juárez y cuanta plaza se atraviese. ¡Cuidado, que a este paso tendremos más tricolores que tacos en la esquina!

Quien se fue con una sonrisa de oreja a oreja fue Mario Delgado, nuestro flamante Secretario de Educación Pública, tras su gira por Chihuahua. Acompañado por la Gobernadora, revisó programas como el de la comida chatarra en las escuelas (sí, esas papitas que todos amamos odiar). El Estado sacó un 10 con estrella, demostrando que aquí la coordinación entre poderes es más fina que un pase de Messi. ¡Pasiones políticas a un lado, que el trabajo se hace!

Pero no todo es miel sobre hojuelas. En el centro de la ciudad, los comerciantes están más divididos que una telenovela en su capítulo final. Por un lado, los tradicionales; por otro, los emergentes; y de pilón, los renteros, que ven los costos de alquiler como si les quisieran cobrar por el aire que respiran. Mientras, en otras ciudades los centros históricos han colapsado ante la invasión de nuevas plazas comerciales. Aquí, el ambiente huele a tormenta… o al menos a un buen chisme de sobremesa. ¿Se salvará nuestro centro o caerá ante la modernidad implacable?