Las dos cámaras del Congreso de la Unión estarán llenas de chapulines, repetidores, hijos e hijas de influyentes, güeros inscritos como representantes de minorías indígenas, falsos trans, incompetentes, hombres y mujeres honestas y competentes, grandes deportistas como Cuauhtémoc Blanco, pésimos gobernadores como Cuauhtémoc Blanco. De todo y para todo.
Por lo que respecta a Delicias, le cae el saco con Tony Meléndez, un repetidor salteado, que dejó pasar dos legislaturas y regresa cargado de votos, vencedor absoluto de un buen gallo como el aldamense y neo morenista Miguel Jurado, una carta muy jugada. Buscará repetir su excelente desempeño de la vez anterior, cuando todo era cocer y cantar, esto último, en su caso, literal. Con la mayoría morenista todo cambió. No obstante, sus augurios para asegundar son muy buenos, igual que sus intenciones. Qué tarda en traer a los morenistas pidiéndole selfies.
A nivel Estado, Manque Granados, la oposicionista más votada del país, llega sin experiencia y con la sombra negra de Marco Cortés, el ínfimo presidente de su partido. De su desempeño dependerá su futuro político, la alcaldía de Chihuahua. Alejandro Domínguez, del 8o, sacó una elección muy peleada, con Marco Quezada pisándole los talones. Querrá, quiere lo que quiere Manque.
Noel Chávez, quien ganó su distrito con el cuchillo entre los dientes, arriba a San Lázaro con el blasón de haber finiquitado el cacicazgo político del Caballo Lozoya en el sur de la entidad y con el moño negro de perder Guadalupe y Calvo, su tierra, el ex invencible enclave priísta. Pero se defiende. Será de los legisladores bilingues, ya que habla el tarahumara.
Los cuatro morenistas juarenses se cocinan aparte. Viven en su mundo, colgados de las glorias de Pérez Cuéllar. Veremos cuáles dan el kilo y cuales sólo engordan con la dieta. Igual, cargan morrales de votos. Netos o no, eso no importa, pues como dijo Artemio Iglesias cuando uno de sus representantes le aseguró que en su casilla habían hecho trampa los de Patricio Martínez, con el que disputaba la candidatura priísta al gobierno del Estado. Atajó su quejumbre espetándole rotundo: «Compañero, los votos se cuentan, no se califican».
El cuautemense Nono Corral no arriba a la Cámara Baja con las mejores credenciales, salvo su proverbial terquedad para salirse con la suya y su buen trato. Con eso le vastó para ganar. A esperar para saber qué tanto trae en la bola. Por lo pronto ya se formó en la fila como aspirante a la Alcaldía menonita.
En cuanto a la Cámara Alta, la pésima es que ahí estarán Noroña y Corral, al cual más de sangrón e insultativo, aunque nos quedamos con el chilango, que al menos es congruente, pues es de izquierda y peleonero desde los remotos tiempos de su ancestro Quetzalcóatl, el dios de la guerra. En tanto, Corral ha sido y será un mantenido y ahora hasta traidor, el más bajo escalón de la especie humana.
Ahí también estarán que apenas caben, los tránfugas partidistas, los familiares de los viejos nalgones de siempre, los impresentables como Alito y otros que se han pasado más de media vida de una cámara a la otra, los que se duermen en el escaño, los que son talentosos y conocedores, los que necesitan el fuero para no ir a la cárcel.
De Chihuahua hablamos. Ahí estará Mario Vázquez, uno de los senadores más caros de nuestra historia. Andrea Chávez, que por su edad parecerá que está en el kínder, Juan Carlos Loera, el ladrón de agua hoy elevado casi a la categoría de héroe de la patria.
Respecto a ellos y ellas,vaya otra de Artemio.
Cuando alguien hablaba mal de algún político, lo interrumpía razonando así: «esos bueyes hay, con esos bueyes hay que arar».