COLUMNA POLÍTICA 8 DE ABRIL

-Crónica del primer debate presidencial

Quijadas trabadas.
Así se pasó dos largas horas la candidata oficialista.
Nunca volteó a ver ni de reojo a los otros debatientes.
Así de empática.
Cuando se acordaba de que debería acordar sonreir se acordaba de algo non grato y el intento se quedaba en una mueca.
Cada vez que hablaba de corrupción se le dibujaba el bigote de Javier Corral o los televidentes lo creíamos ver.
Nunca como anoche el lenguaje corporal dijo tanto. 
Hasta Máynez se vio suelto y agusto, ya no se diga Xóchitl, la soberana de la audiencia.
Qué mujer tan fría es la candidata del continuismo.
Es de hielo polar.
Con razón se entiende tan bien con su vil chief.
Tal pa cual.
Desde el principio la candidata independiente se le fue encima a la continuista y la arrinconó con datos, cifras y realidades.
En tanto, el monito de Dante apenas se veía entre las dos señoras, hasta brincando sobre la silla para que supieran que no se habia ido. 
Después de más una hora de cháchara se puso a hacer señas obcenas según él hablando en lenguaje para muditos.
El deseo nacional de que exhibieran a Corral nos lo concedió Xóchitl al  enseñarnos un  cartel de él, que parecía un cartel caza recompensas.
El de anoche ha sido el debate presidencial menos aburridos de la historia.
Sin que haya sido tan animado, al menos no durmió a tantos.
En un signo chusco del cambio de los roles, el conductor fue mejor peinado que la conductora.
Cómo será doña Clau en lo doméstico, si ante las cámaras se le notó tan dura, cómo será intramuros.
Qué tono tan cansino el suyo.
Parecía película del cine mudo.
Xóchitl en cambio, energética, empática, simpática, de excelente sentido del humor, rapidísima de mente, amena y animosa. Los barrió.
En el segundo los deja en la lona con su evidente conocimiento de la realidad nacional.
Escuchándolas, la científica resultó ella, no la biliosa.