Columna política lunes 13 de enero de 2025

Es 1980.
Gobierna el Estado el licenciado Oscar Ornelas Kukle, fundador del Colegio de Bachilleres, Rector de la UACH, ex Presidente Municipal de Chihuahua, ex senador de la República.

La rectitud, la modestia y la honradez, sus principales blasones.
Tamaños blasones.
Su arribo al Palacio de Gobierno también fue el arribo de la democracia, que empezaba a pergueñarse.
Al respecto, dos botones, los dos acerca de Delicias.
Junto con él arribó al poder municipal don Lorenzo Treviño Santos, comerciante de la industria del vidrio, quien era militante priísta, pero al no encontrar eco a sus aspiraciones políticas, se fue al Distrito Federal y se trajo las siglas del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana.
El candidato del PRI, el partido del licenciado Ornelas, fue el doctor Jorge González, un buen hombre.
Lo arrolló el carisma y la sangre universal de don Lencho.
El Gobernador no tuvo empacho en reconocer su triunfo, y vaya que hablamos de aquellos años hegemónicos.
Hicieron magnífico equipo, con notables beneficios para Delicias.
El edificio Lerdo de Tejada, el asentamiento y la ampliación de las colonias del Empleado, Obrera, Abraham González, Santa Fe, Campesina, fueron algunas de sus obras, con el profesor Miguel López como Secretario Municipal y Rubén Loya Rivas como jefe de regidores.
Aficionado al deporte, construyó el parque beisbolero 40 /60, gestionó la Escuela Técnica Industrial 34, el Centro de Bachillerato Técnico, Industrial y de Servicios 87 y diversas unidades deportivas, entre ellas la que lleva su nombre, ubicada en la Colonia del Empleado, a la que le han robado tres veces la placa.
Sirva lo anterior como marco referencial para escribir sobre el otro botón deliciense de las prendas democráticas del gobernador Ornelas.
La referencia es Horacio González de las Casas, al que ayer despedimos del ámbito terrenal.
Lacho, hijo de Manuel González Espino, ex alcalde de Camargo y Delicias, fue el sucesor de don Lorenzo y, como él, de un partido distinto al PRI, en su caso el PAN, que apoyó sus aspiraciones de ser presidente de Delicias, prácticamente sin militancia.
Su Secretario Municipal fue el licenciado Luis Fernando Sevilla Aguilar, su primer tesorero Eduardo Granados, el segundo Carlos González, y el comandante de policía, José María Chávez.
Su adversario fue el profesor Mario Tarango Ramírez.
No bien bajó el brazo luego de protestar como candidato en el edificio Issa Muera, inició una campaña agresiva y vigorosa, novedosa, pueblerina.
Se subía a los camiones a cantar rancheras, visitaba posibles votantes casa por casa sin fijarse en siglas partidarias, mutó su grado de ingeniero por su apodo.
Resultado, sólo perdió una casilla, la del 86.4. Por un voto.
Radical, se enfrentó al CDP, temible organización de izquierda, con lo que reforzó su base social clasemediera y gobernó sin mayores problemas.
Hizo mucha obra subterránea, construyó la carretera al Kilómetro 92, adquirió 25 patrullas, muchas para su tiempo, edificó el Gimnasio Presidentes en la Unidad Deportiva José Vasconcelos, abrió el Boulevard Gómez Morín. Al fin agricultor, impulsó notablemente al campo.
No terminó su gestión. Se fue de candidato a diputado local, perdiendo ante Homero Chávez Vázquez, suegro de su Secretario Municipal.
En el sexenio de Francisco Barrio fue Director de Desarrollo Rural y luego diputado federal, donde se reencontró con don Lorenzo, que como él, llegó a la Cámara Baja del Congreso de la Unión vía plurinominal.
Fue pionero del cultivo del pistache y, en sus últimos años, asesor y consejero de nuevas camadas políticas.
A partir de su derrota ante don Homero, vivió con la idea de que el licenciado Sevilla había votado por su suegro en la contienda por la diputación local, siendo que éste a todos les platicaba que había anulado su voto. Al fin política.
Hasta siempre, Lacho.
Ya eres eterno.