Para César y Darío
Hace días, platicaba con dos amigos, un chairo y un moderado.
El tópico, la sombra de los aranceles.
Les decía que confiaba en el recuerdo, aletargado por el tiempo, en la capacidad y calidad, en el patriotismo de los representantes del Servicio Exterior Mexicano de antes, de muy antes.
En la sapiencia y patriotismo de Guillermo Prieto, de Isidro Fabela, del maestro Gilberto Bosques, en la heroicidad de Emilio Martínez Corbalá, quienes fueron capaces, con talento y valor, de sacarle un susto y algo más a los más pintados de su época, así fueran, como fueron, ingleses, franceses, españoles y gringos, chinos y otros representantes de las grandes potencias del mundo.
Van cuatro botones de muestra, platicados como se los platiqué a ellos, atentando contra la cronología, solamente confiado en la débil memoria.
Con motivo de la matanza de 318 chinos al inicio de la Revolución Mexicana en Torreón, el imperio oriental requirió de México la indemnización de 100 mil pesos.
De aquellos pesos.
Bajo el mexicanísimo argumento de que debo no niego, pago no puedo, y otras argucias invencibles,el pago final fueron 0 pesos 0 centavos. Y hasta reparación de daños colaterales hubieran litigado.
En los años 40s del siglo pasado, durante el exterminio nazi, bigotes, el Cónsul Bosques salvó la vida a miles de sentenciados a muerte por Hitler. Lo hizo ante sus ridículos bigotes y en la mira de sus tanques.
Casi un siglo antes, en 1859, lo increíble.
Nuestros diplomáticos, que eran eso y no mapaches electorales premiados en base a casillas electorales robadas, salvaron la honra patria de de Benito Juárez, al hacer que recapacitara en la barbaridad que iba a cometer el futuro Benemérito, y lograron el voto de calidad del presidente gringo James Buchanan, para que vetara en su propio congreso la firma del infamante tratado Mc Lane Ocampo, que con la rúbrica de Juárez y Melchor Ocampo cedía territorio y concesiones nacionales ad peretuam a Estados Unidos.
Como embajador de México en Chile durante el pinochetazo, Corbalá estableció un puente aéreo por varios países sud y centro americanos, no para rescatar a un dictador como Evo Morales, sino para sacar del infierno chileno a cientos de perseguidos y sentenciados a tortura y muerte cierta.
Ejemplos hay muchos.
Les decía a mis amigos que guardaba la esperanza de que algo quedara de la ceniza de aquello y que frente al amago de Trump, reviviera la magia de esos patriotas y se honrara su memoria.
Y que va sucediendo.
A grandes costos, cierto es, como los 10 mil soldados convertidos en guardias fronterizos, mientras en Guadalupe y Calvo dronean a un Comandante de una Zona Militar, algo nunca visto, y que la presidente aceptara que los carteles pasen a ser organizaciones terroristas, con todas sus implicaciones. Pero algo queda de aquellas viejas glorias.
Aunque también quedan perros del mal como Noroña y similares, que incitan a la presidente a seguir rascándole las verijas al tigre hambriento.
Nada que celebrar con cánticos monocordes ni himnos desganados, excepto que vengan a la memoria los diplomáticos antedichos. Mucho por corregir para que, en primer lugar, acabemos de salir de este brete, y enseguida que en Palacio Nacional, el fantasma del innombrable sea anatema y no guía,porque por principio y fin, sus estúpidas políticas fueron lo que nos metieron en este berenjenal.