COLUMNA POLÍTICA MIÉRCOLES 20 DE NOVIEMBRE DE 2024

Aunque Delicias no existía durante los terribles años de la Revolución Mexicana, varios de sus fundadores participaron en la gran gesta.

El celebérrimo Pedro Esmeralda es uno de ellos. Ostentaba el grado de Cabo, con el que pasó a la historia.

Carlos Blake, el fundador en jefe, también, igual que dos de sus hermanos, quienes alcanzaron el generalato. A la memoria de uno de ellos existe una estatua ecuestre en Obregón, Sonora. El caballo tiene una patita levantada, lo que significa que el jinete murió en batalla.

Matías Pazuenco, que operaba la máquina que abrió la primera vialidad, tenia un solo brazo. El otro lo perdió en la revuelta.
Don Agustín Quiñones Solórzano, tres veces alcalde de Delicias, era nativo de Durango, de un rancho cercano a Canutillo, donde vivió Villa hasta que lo mataron en Parral.

En una foto tomada ahí, en la fragua de esa hacienda, se ve un niño de seis o siete años
El profesor Macario Guillén Rosales, descendiente de Rosalío Rosales, que iba en el estribo del auto en el que acribillaron al Centauro del Norte, decía que el niño de la foto de la fragua posiblemente era don Agustín.

El general Ricardo Michel,uno de los más ceranos a Villa, murió aquí de viejo.
En las cercanías, en los pueblos más antiguos que Delicias, vivieron numerosos revolucionarios.

En Meoqui, el coronel Silverio Tavares, rendido al lado de Villa en Sabinas, Cohauila.

En el mismo municipio está la Colonia Francisco Portillo, los Jáquez. Su nombre oficial es a la memoria de un revolucionario de ese nombre, muerto muy joven.

En Cárdenas, el coronel Eduardo Juarez, fundador de esa colonia junto con otros ex combatientes avecindados en la región.
Para el éxito de su empresa contaron con el apoyo de Lázaro Cárdenas, quien durante la guerra civil fue jefe de algunos de ellos y enemigo de otros.

En agradecimiento a su ayuda bautizaron con su nombre el lugar que fundaron.
El mismo Delicias huele a pólvora.
Su fundación obedece a uno de los postulados de la Revolución, el que pugnaba por un pedazo de tierra para sembrar.

Así que los delicienses tienen, tenemos, una honrosa vena revolucionaria, somos parte de aquella zaga de valientes hombres y mujeres que tumbaron al tirano Porfirio Díaz, quien llevaba más de 34 años sentado en la presidencial, en esa silla maldita,como la bautizó el gran Vasconcelos, el Maestro de América.