La cuenta regresiva ya empezó, y el espaldarazo que la presidenta Sheinbaum le dio a Cruz Pérez Cuéllar en la mañanera fue como un rayo en cielo despejado para los morenistas que sueñan con la gubernatura de Chihuahua. Andrea Chávez, Juan Carlos Loera, Rafael Espino y el profe Chaparro deben estar mordiéndose las uñas, porque dejar que Pérez Cuéllar presumiera un programa municipal juarense en el micrófono presidencial no es solo un guiño, ¡es un destape en toda regla! Salvo que caiga una nevada en junio, que en mayo, ojo, no sería tan raro en estas tierras, la candidatura parece tener su nombre grabado.
Hablando de Cruz, la Asociación de Autoridades Locales de México (AALMAC), mañana le tomará protesta como coordinador estatal en Chihuahua, en el Hotel Sheraton Soberano. Este nombramiento no solo pone a Pérez Cuéllar en el reflector político, sino que también refuerza la influencia de Ciudad Juárez en la esfera estatal, algo que, sin duda, hará que más de un político en Chihuahua se despierte con un café más cargado de lo usual. Con este nombramiento, Pérez Cuéllar va tejiendo alianzas en el centro del País, que es donde se toman las decisiones de las candidaturas, pues eso de las encuestas nadie lo cree, menos Cruz, ya que le jugaron chueco la vez pasada.
Mientras tanto, el abogado Jaime Verdugo, presidente del PRI municipal y líder del Colegio de Abogados, anda moviendo piezas como si estuviera jugando ajedrez político en modo experto. Su reciente reunión con el fiscal Jáuregui en la sede de los letrados levantó más cejas que un mal tinte de cabello. El nativo de El Fuerte, Sinaloa, parece oler una oportunidad en el horizonte, y no es para menos: con el PRI buscando relevancia, Verdugo podría estar tejiendo alianzas para darle un segundo aire a su partido. ¿Será que el tricolor está tramando un regreso triunfal o solo es un espejismo en el desierto político?
Finalmente, las nuevas plazas comerciales que han brotado como hongos en la ciudad están siendo ocupadas mayormente por negocios foráneos que abren con bombo y platillo, pero cierran más rápido que una telenovela mal escrita. Los comerciantes locales, con ese instinto de coyote que los caracteriza, prefieren esperar a que llueva antes de invertir, porque, como dice el dicho, la mula no era arisca, la hicieron. Esto refleja una economía local que, aunque tiene potencial, sigue batallando con la desconfianza y la falta de apoyo a lo hecho en casa. Mientras tanto, seguimos esperando que el desarrollo comercial traiga beneficios reales y no solo fachadas bonitas que se apagan pronto.