La Política sí se mancha

Lo que tuvo de grandeza deportiva lo tiene hoy de delincuente.

Por Carlos Gallegos Pérez

Ni como persona ni como diputado federal tuvo el temple de Maradona, que ante el estadio de Boca Juniors repleto, pidió perdón y abogó por el futbol gritando llorando que el balón no se manchaba.
Hasta antes de que se metiera a la política era un ídolo.
Hasta antes de que ofendiera el nombre del gran Morelos siendo impuesto como gobernador del Estado de su nombre, era el dios de los estadios.
Ahora es un malhechor.
Que Morena lo cubriera con su manto no fue sorpresa. A cuántos de su calaña ha cobijado .
Que el PRI de Alito lo haya protegido impidiendo su desafuero era de esperar. Son lo mismo.
Para más fueron unas senadoras del partido oficial que, valientes, se opusieron vanamente a la barbarie de mantenerle su fuero para que, como si fuera una cuauhtemiña, driblara la justicia, ahora personificada por Noroña, Monreal, Macedonio, Adán Augusto, Mier y demás personeros del narco ex presidente.
Otro desafío camaral a la Presidente. Era sobradamente conocido que como mujer y Presidente quería lo contrario.
Por su parte, mi hijo Riky tiró a la basura el autógrafo que le envió conmigo cuando era un muchacho de 17 años que representaba a México en una selección menor de futbol.
Tantos años conservó el ya amarillo papel en la página 337 del Libro de Samuel de la familiar Biblia Reina Valera.
Al bote de la basura pertenece desde ayer el jorobado de la Colonia Tlatilco de la ciudad de México.
Estaría mejor en esa caótica barriada que en el estercolero humano que es hoy el Congreso de la Unión.