¿Pedro Infante yace bajo el cielo de Delicias? Primera parte

Este es un reportaje publicado en la revista bimensual Delicias Imágenes del Tiempo, en su edición número 2 y que habla sobre Pedro Infante y Antonio Pedro. La revista, dirigida por el maestro Carlos Gallegos Pérez, es digital e impresa. Este reportaje lo publicaremos en varias entregas. Aquí la primera parte.

Con 30 puntos explicativos que incluyen textos, fotos, videos y testimoniales de amigos, conocidos, compañeros de películas, un nieto, sobrinos nietos y otros familiares, numerosos portales digitales del país tratan de evidenciar que Antonio Pedro Huitrón Borjón, quien está sepultado en la tumba 93, área 13, patio 27, del Panteón Municipal de Delicias, es Pedro Infante, el mayor ídolo artístico de México.

Fue a partir de 1983, cuando el Pedro de la historia oficial tendría 66 años de edad, que se empezó a tejer la leyenda hoy tan conocida, al presentarse Antonio Pedro en varios escenarios musicales de Aguascalientes, Tamaulipas, Estado de México y en el Teatro Jorge Negrete de la CDMX, a donde acudieron a verlo algunos de los actores, cantantes y empresarios de la farándula con los que convivió el Pedro de Amorcito Corazón, Tizoc y tantas canciones y películas incluyendo, Irma Dorantes, una de las viudas del ícono musical y fílmico que marcó una época en el concierto artístico y social del México de los años 40s y 50s del siglo pasado.

La mayoría de los portales dan por cierto que el Pedro de Guamúchil es el Pedro que duerme en Delicias, y las supuestas evidencias que presentan son impresionantes. Estatura un tanto menor a la del Pedro de Nosotros los Pobres, aunque eso podría deberse al natural decrecimiento a causa de la edad, rasgos faciales similares, las dos cicatrices que tenía en la cara, recuerdos de dos accidentes de aviación previos al tercero mortal al salir de Mérida, tono de voz, gestos, sonrisa, pero sobre todo el tono de voz.

Ante el revuelo que causó la súbita aparición pública de Antonio Pedro cantando, hablando y gesticulando tan parecido al carpintero de Mazatlán criado en Guamúchil, los medios de la época, sobre todo TV Azteca, dieron por hecho que la supuesta víctima carbonizada en el avionazo del 13 de abril de 1957, era el que ahora veían en los escenarios.

Y surgió una industria en torno al fenómeno: entrevistas, cassettes, cientos de fotos tanto de él como del otro Pedro, comparándolos, presentaciones en vivo, versiones diversas acerca del supuesto milagro, alimentadas por el suspenso que el aparecido añadía al afirmar que no se acordaba de nada, que de pronto
se había encontrado viviendo en unas montañas del norte del país y luego en una ciudad llamada Delicias, en el estado de Chihuahua.

La situación provocó el surgimiento de dos bandos, los que decían que sí era el de Escuela de Vagabundos y los que se burlaban afirmando que era un
impostor.

La versión de sus defensores aseguraba que el avionazo sí había sucedido, pero que el laureado artista y a la vez piloto de la nave siniestrada, se las había arreglado para, de último momento, igual que en sus películas, escapar de la muerte, permaneciendo escondido 26 años, temeroso de ser encontrado y asesinado de verdad, pues el presidente Miguel Alemán Velazco le cobraba celos porque su esposa, la ex actriz Christian Martell, se volaba con él, y si se enteraba que sobrevivido a la trampa que le había tendido en Mérida, podía volver a atentar contra su vida.

Agregaban que amigos de él, como Cantinflas, Silvia Pinal y otros, lo habían ayudado a esconderse.

Al paso de tantos años, los bandos continúan en su postura. Lo cierto, lo tangible y comprobable, es que Antonio Pedro sí vivió en Delicias, habitando en tres casas de 1983 a 2013, cuando falleció.

Alternaba su estancia aquí con temporadas en Aguascalientes, Tamaulipas, Estado de México y CDMX. Aquí vivió en FONHAPO, en Calle 4a Poniente número 20, en el Sector Sur y en la Colonia del Empleado, en Calle 12 Poniente número 9.

Estuvo entre nosotros tanto antes de ser famoso como después, incluso en 1992 se presentó en el Teatro de la Ciudad ante un lleno absoluto. El empresario, de nombre bíblico, Saqueo Villlegas, voló con la jugosa taquilla.

Anterior a su celebridad rancheaba en la cercanías arreglando máquinas de coser, no importa que no estuvieran descompuestas: con una labia increíble convencía a las señoras que había que arreglarlas y así chiveaba, tanto él como su ayudante Reyes Espinoza, quien en las noches lo acompañaba con su requinto al cantar asombrosamente parecido a Pedro. Reyes, que ahí sigue, requinteando en antros y festejos, es del bando que asegura que su camarada experto en máquinas de coser era aquel Pedro.

Continuará…