Silvia Pinal pintada por el artista deliciense Alfonso Amparán

Uno de los capítulos que vienen en el libro del maestro Carlos Gallegos sobre la historia del pintor deliciense Alfonso Amparán, es el del Guero Gardea y de cómo conectó al pintor Amparán para que pudiera contactarse con la actriz -recientemente fallecida-.

Alfonso Amparán era conocido como el “artista de las estrellas” debido a que, durante su estadía en la Ciudad de México, actrices del cine nacional como Silvia Pinal, Fanny Cano, Claudia Islas, Lucha Villa, entre otras, posaban para él como modelos de sus cuadros.

Será en el próximo mes de abril, en los festejos de la Fundación de Delicias, cuando el maestro Carlos Gallegos Pérez, escritor, periodista y actual cronista del municipio de Delicias, presente su libro sobre Alfonso Amparán, editado por la Universidad Autónoma de Chihuahua.

Aquí la anécdota que habrá de publicarse en el libro y que viene a colación por la reciente muerte de la primera actriz Silvia Pinal, (narrada en primera persona por el pintor fallecido Alfonso Amparán)…

El Güero Gardea
Quizá el mejor recuerdo que guardo de mi primera estancia en el Distrito Federal, cuando tenía entre 17 y 18 años, sea la vez que le hice un retrato a lápiz a Ana Bertha Lepe.
Qué imponente mujer, qué belleza la de aquella actriz y bailarina. Por algo fue Señorita México y cuarto lugar de Miss Universo.
Contacté con ella a través de Edna y fue una delicia tratarla. Su trato era amable, sonreía mucho, no obstante la vida trágica que vivió.
También recuerdo bien y para bien a Silvia Pinal. La dibujé en sus mejores años, en su esplendor, cuando noviaba con el roquero Enrique Guzmán.
Mucho después de aquello, una noche llegó a mi casa el güero Gardea, un cronista deportivo de muchos conocido en Delicias.
Me entregó una tarjeta que me mandaba ella, a la que había visto hacía poco en el Distrito Federal en el teatro que llevaba su nombre.
Me dijo el güero que quería que le hablara, que quería pedirme que regresara al DF, que allá estaba mi lugar, entre las estrellas como ella.
Dijo el güero que había ido al teatro con su hija Fátima a ver la obra Cats, por ella estelarizada, y que al salir vieron en el lobby el retrato que yo le había hecho, de algo así como de 2 metros por 50 centímetros.
Fátima, a la que había llevado a curar, vio a la actriz y lo animó a saludarla.
Venciendo su timidez provinciana se le acercó, recibiendo cálido trato.
Ya en la plática y en medio de los empujones y firmas de autógrafos, al saber que eran de Delicias les preguntó por mí y les dio su tarjeta, encargándoles mucho que me hiciera saber que se acordaba mucho de mí, que allá me esperaba.
Cuando el güerito cumplió su encargo cometí una estupidez de la que me arrepiento hasta hoy: hice pedazos la tarjeta.
Sin matices: una redonda estupidez y una grosería para con el amable recadero tarjetero».

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